Quien no ha practicado yoga puede pensar que esta noble ciencia es la detención o supresión de los pensamientos. No es tan fácil serenar o calmar el flujo de pensamientos, pero tampoco es difícil y requiere práctica.

El yoga es un conjunto de técnicas con las cuales, a través de su práctica, se aprenden principalmente las leyes de la mente. Aprendemos el sometimiento del deseo inferior del hombre al superior, la sumisión del pensamiento a la conciencia.

Para el yoga el ser humano no precisa alcanzar ningún estado. Ya lo es todo en potencia. Tan sólo necesita descubrir su verdadera naturaleza divina que mora en su interior. En ese sentido el yoga es un camino iniciático. Alcanzar los estados superiores de conciencia es complicado sin hacer conseguido antes la disolución de la actividad mental.

Los caminos o métodos contenidos en el yoga han sido demostrados a lo largo de la historia. La cantidad de sabios, místicos y personajes célebres que han aportado, reformado o perfeccionado estas técnicas son innumerables. Y así, eternamente seguirá mejorándose ya que son un conjunto de técnicas que se deben adaptar a la persona que lo practica y no al contrario.

El yoga es un sendero, un método, un camino, una ciencia o una filosofía que dispone de técnicas de entrenamiento físico, mental y espiritual. No niega la forma de vida de cada uno, si considera necesario retirarse en un bosque o en una cueva con el fin de alcanzar la plenitud espiritual. No es necesario renunciar a nada, ni al mundo en el que no s ha tocado vivir. Tan sólo orienta a las personas a ir – a través de la práctica – despertando un poco más la personalidad, el evitar identificarse ciegamente con todo lo que nos rodea potenciando más el crecimiento interior.

Como resultado obtendremos mayor paz, amor, felicidad y libertad que nos conducirán a un deseo de encontrar nuestra verdad.

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