Se considera una asana de yoga invertida cualquier postura en la que la cabeza queda por debajo del corazón.

Las asanas de yoga invertidas constituyen una parte de gran importancia en la práctica del yoga ya que inundan de sangre nueva y oxigenada los órganos situados en la cabeza y en la parte alta del torso; activan y electrifican las glándulas que gobiernan el sistema inmunológico y la farmacia interna – la hipófisis y la pineal – generando vitalidad y vigor; drenan los fluidos de las piernas y caderas, flexibilizando la mitad inferior del cuerpo.

Con los años, tanto si eres una persona inactiva, cómo si eres atlética o practicas yoga intensamente, si no pones tu mundo cabeza a bajo con las asanas de yoga invertidas tenderás a secarte. El cuerpo se te pondrá rígido y perderás movilidad y agilidad en las acciones cotidianas. Las inversiones conservan el cuerpo flexible y elástico.

Invertir el flujo de la gravedad mueve al linfa – el “alcantarillado” del cuerpo – por todo el organismo, lo que permite que nos desprendamos de los resíduos metabólicos de todo el cuerpo.

También activan las glándulas tiroides y paratiroides, que impulsan y equilibran el metabolismo.

Existen muchas asanas de yoga invertidas diferentes – hacer el pino, el equilibrio sobre los antebrazos, la vertical sobre las manos - , mi consejo es que, según vayas progresando y madurando en la práctica, investigues e intentes inversiones de mayor dificultad.

No obstante, de cara a configurar una práctica segura para hacer en casa, te aconsejo tres que son sencillas y muy muy eficaces: La Vela o Sarvangasana, el Arado o Halasana y el Sordo o Karnapidasana.

En próximos post explicaremos los pasos a seguir para hacerlas, sus alineamientos y modificaciones y los factores de riesgo a tener encuenta al practicarlas. Si quieres practicar yoga en casa esta información te será de utilidad.

Namaste.